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Profesor serenense trabaja ayudando a los refugiados a insertarse en la sociedad alemana

Una interesante historia está escribiendo Gerardo Solís Connell, profesor de inglés de la U. de La Serena, quien trabaja en Alemania con niños de los refugiados en Berlín.

Su particular experiencia fue registrada por la cadena de TV Deutsche Welle, y en su paso por La Serena, en unas breves vacaciones, relató cómo ha logrado compatibilizar su formación académica y su experiencia de vida, para entregar una mejor calidad de vida a familias que buscan una nueva oportunidad en Europa.

Solís egresó el año 2008 de la ULS. Luego de trabajar por un tiempo, tuvo la inquietud de volver a estudiar un postgrado, y Alemania era la mejor opción, pues durante sus años de estudiante de Pedagogía en Inglés, obtuvo una beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico (Deutscher Akademischer Austauschdienst Dienst, DAAD), y viajó por un año al país germano para luego retomar sus estudios y concluir su carrera.

Ingresó al Master en Educación Intercultural en la Universidad Libre de Berlín y luego de titularse comenzó a trabajar en una institución educativa como profesor de reforzamiento, en escuelas para niños con riesgo social, reforzando el idioma alemán a los más pequeños, y las Matemáticas e Inglés en alumnos de educación secundaria. Esa tarea le obligaba a trasladarse por tres distritos distantes entre sí dentro de Berlín.

Posteriormente, tuvo la posibilidad de trabajar en una casa de refugiados, en un programa de Escuelas de Verano para impartir clases de alemán básico que le servían de preparación para que los niños pudieran incorporarse al sistema escolar. Se trata de “AWO Wohnheim Spandau – Aufnahmeeinrichtung für Flüchtlinge”, que es el primer centro de acogida para refugiados en Berlín, comandada por una ONG llamada “Arbeiterwohlfahrt: AWO Berlin-Mitte e.V.”.

Este centro de acogida les provee dormitorios cómodos, una sala de estar con televisión y diversos juegos, cocina y baños compartidos, pensión alimenticia en los primeros 3 meses y, para los niños y adolescentes, la tutoría diaria con pedagogos, quienes organizan diversas actividades dentro y fuera del centro.

Ese trabajo de seis semanas fue clave para dar a conocer su interés en seguir con esta labor nueva y muy distinta a lo que había imaginado. “En estos cuatro años he alcanzado un buen nivel de alemán, que me ha permitido además gestionar proyectos para personas que desean colaborar con el centro de acogida y proporcionar un mayor bienestar a las familias y personas que deben incorporarse a la sociedad”, señala Gerardo.

Refugiados políticos o en países amenazados por la guerra, llegan a Berlín familias de Siria, de Afganistán, Irán, Irak y otros provenientes de la Península de los Balcanes como Albania, Kosovo y Serbia o Bosnia, que son llamados refugiados económicos, porque en sus países no hay trabajo ni oportunidades, por lo que buscan una mejor vida. Muchos de ellos, no consiguen la residencia y deben retornar a sus países, pero gran parte sí logra insertarse, y en esta labor, la tarea de Gerardo es fundamental.

Como tutor, debe generar acciones para que niños y niñas que viven en condición de refugiados, se sientan acompañados y relajados, pues como lo expresa, “todos estos niños traen un importante trauma, producto de la situaciones que han vivido, no solo por el hecho de haber perdido sus juguetes o sus casas, sino que por ver a familiares directos muertos o su entorno arrasado. Ellos grafican su pena dibujando gente muerta y eso es muy fuerte”.

“Esta ha sido una experiencia muy enriquecedora, no solo en lo pedagógico, sino que también en la parte cultural, puesto que yo ahora me intereso en saber más acerca del Islam por ejemplo, que acá en Chile es algo aún desconocido. También me interesó saber más cómo es su forma de vida y descubrí que son personas muy hospitalarias y con las que poco a poco hemos establecido lazos y ya no son sólo usuarios o refugiados, muchos ya se van convirtiendo en amigos, con los que compartimos gratos momentos”, afirma Solís. Es por ello que organizan juegos con títeres u otros artículos de apoyo, reforzando el lenguaje y también las relaciones sociales.

Además, comenta que “cuando ellos llegan, están muy asustados. Por ese motivo tratamos de aprender sus idiomas y tratamos de organizar salidas a parques, museos e inclusos fiestas o cocinar algo, compartiendo parte de su cultura y del sistema de vida alemán, lo que permite romper el hielo y ayudar a mejorar la convivencia en este recinto que consta de salas comunes, pero también de dormitorios en containers, donde viven unas 540 personas de diferentes culturas”.

Agrega que “también hay refugiados con grandes talentos y ellos mismos pueden colaborar con nuestro trabajo, nos apoyan con talleres de idiomas, de dibujo e incluso otros profesionales nos ayudan a desarrollar las condiciones necesarias para lograr una adecuada empatía y entender por la difícil situación que pasan estas personas que podrían ser nuestros propios hijos, padres o hermanos. En Alemania los padres estimulan mucho a sus hijos a leer, a jugar en familia y eso permite desarrollar la comunicación y eso lo aplicamos para reforzar lenguaje y habilidades como contar o memorizar”.

Sin duda, una experiencia que ha marcado la vida de este joven profesional de La Serena, que disfruta de este trabajo, que a pesar de lo duro de cada historia de vida, le ha permitido fortalecer sus propias convicciones y aplicar todos los conocimientos adquiridos en su paso por la ULS, dentro del área de la pedagogía y también de los idiomas, los que piensa fortalecer con cursos de árabe, con el fin de poder ayudar a estas personas y conocer sus necesidades e inquietudes. “Se trata en definitiva de darse el tiempo para leer, comprender la procedencia de los refugiados, entender su forma de vida, su forma de comunicarse y adaptarse también a la cultura de los alemanes, comprendiendo las necesidades que cada uno tiene desde los más pequeñitos hasta los adultos que han perdido casi toda su historia de vida y deben rearmarse en un lugar desconocido, y allí está mi papel, como persona y como chileno en esta tarea, entregando cariño y conocimientos”, asegura.

Gerardo Solís guarda grandes recuerdos de la formación adquirida en la ULS y destaca la calidad de los docentes, entre los que recuerda a la sus profesores Berta San Martín, Julio Parada, Jorge Olivares, Elvis Campos, Sandra Santander y América Cobo, entre otros, que sin duda fueron relevantes en su paso por la carrera. Además, destaca la tarea de Dietmut Graeff, actual coordinadora de la Oficina de Relaciones Internacionales del plantel estatal, quien tuvo la visión de instarlo a persistir en la idea de aprender otro idioma, postular a becas de intercambio y, en definitiva, a iniciar una gran experiencia de vida.

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