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El mercado del agua en Norte Infinito

El libro denominado: El agua; pasado, presente y futuro del periodista Fernando Moraga Acevedo (Ediciones SALC Región de Coquimbo) plantea en su introducción, ideas necesarias, para entrar al tema tan polémico y que, seguramente, será resuelto en la nueva constitución.

Señala, Fernando Moraga: “Para centrar el tema valórico del agua en el tiempo actual de la Región de Coquimbo, es necesario determinar varias fases previas al proceso que toma consistencia en el siglo recién pasado: 1.- La costumbre y autodefensa para sobrevivir en una zona de fuertes variables entre unos años y otros. 2.- Las alternativas económicas que conducen a incorporar más y más territorio para cultivos, como también la presencia creciente del rubro minero, que se nutre en fuentes comunes. 3.- Una fuerte tendencia a organizarse entre los usuarios, sea asociaciones de canalistas o comunidades de agua. 4.- La corriente que desde 1907 propicia la Sociedad Agrícola del Norte, entidad gremial que consigue poner en marcha una política público-privada de reforestación y acumuladores hídricos en las provincias de Coquimbo y Atacama 5.- Las sucesivas incorporaciones jurídicas que, aunque actuando en base a un patrón de muchos siglos, busca satisfacer las necesidades y derechos de todos. 6.- La concreción material de diversos tranques y acumuladores. 7.- Los efectos irreversibles de la sequía de 1968-1970, que generan la creación de organismos multiprofesionales. 8.- La disposición del Gobierno Regional, que a partir de 1991 y de modo muy concreto en 1995, convoca los sectores público, privado, universitario y laboral, para fijar, de consuno, la estrategia de desarrollo de la Región de Coquimbo a partir del quinquenio 1995-2000, que resulta coincidente con la destinación de recursos del Estado para la construcción de los tranques Puclaro y El Bato”. Luego, asevera: “De dicho ejercicio colectivo surgió una comisión destinada a debatir el tema, llegando a la conclusión de que el agua debía declararse recurso estratégico; dando a su manejo una preocupación permanente; recomendando colocarlo como tema propio de la educación formal dada en las escuelas de la región e, impulso a la educación refleja que se ejerce desde diversos medios en la comunidad. Esta disposición no hizo más que sumarse a la corriente creada en los años de 1970, que, tras una de las más cruentas sequías de que tenemos historia en nuestro territorio, advirtió la necesidad de manejar el tema, enriquecido con permanente trabajo de especialistas, organizaciones comunitarias de todo nivel, estudios y foros.

Posteriormente, afirma: “Tras la crisis 68-70 se propuso instalar en la región un Instituto de Investigación de Zonas Áridas, ligado a una red mundial propiciada por la FAO en Australia, Israel, México y Chile; plasmado en el establecimiento físico de la U. de Chile que ocupó un terreno de secano en Las Cardas, comuna de Coquimbo, que pasó a ser estación experimental. Por su parte la Corporación para el Desarrollo del Norte, entonces en plena vigencia, concentró estudios sobre el mismo tema. Desde entonces y cada vez con mayor énfasis, numerosas organizaciones internacionales comenzaron a proponer, acordar, promulgar o defender una mejor y justa administración del recurso; llegando a generar foros mundiales e instituir un Día Mundial del Agua, que la organización de las Naciones Unidas fijó para el 22 de marzo”. Y, pregunta el autor: “¿Qué tanto ha permeabilizado el tema en nuestra disposición general para considerar el agua como tema prioritario? Podría parecer insólito que gran parte de la población regional se muestre ajena, reaccionando con alguna curiosidad e interés sólo cuando se llega a estados de crisis. Pero no lo es tanto si aplicamos el hábito de nuestra gente guiada por el aforismo: “lo sabido se da por entendido y lo entendido…por olvidado”. Olvido que muchas veces es producto de saberse asistidos por una red que les ha asegurado el uso y manejo racional. O, como también se observa, de que la materia solo atañe a quienes demandan el recurso para efectos agrarios, pecuarios, ambientales o mineros. En la región todos saben que el agua es importante. De ello dan buena cuenta las centenares de organizaciones que se nutren o aspiran a contar con ella como una fuente segura. Pero de dicha red, de lo acaecido en el pasado, de lo presente y de lo que podría devenir en el futuro, pocos saben o se manifiestan es sobre el agua como elemento esencial en la Región de Coquimbo. Menos aún conocen los porcentajes sobre su uso consuntivo. A los más no les atrae interiorizarse porque las complejidades técnicas para explicar su manejo le convierten en tema árido y lato. Sin embargo, hay que reconocer que como quinta esencia del espíritu regional es casi instintiva y aflora en las más variadas expresiones”.

Acude, el periodista, a dos escritoras insignes de la literatura de la región de Coquimbo: “Haciendo un retrato de su condición de hija de un valle, Gabriela Mistral escribió: “Un río suena siempre cerca, ha cuarenta años que lo siento./ Es canturía de mi sangre/ o bien un ritmo que me dieron”. Esta disposición mental se explica por la conformación física e hidrográfica del suelo coquimbano donde, más allá del trazado dado a sus ciudades, la población rural siempre se ha incrementado junto al río, canales o acequias. Marta Samatan, en La campesina del valle de Elqui, describe: “La gente de los valles es esencialmente campesina. Vive de la tierra penosamente cultivada. Debe disputar el suelo vegetal a los cerros pedregosos, debe limpiarlo de cantos rodados, abonarlo y regarlo de acuerdo con turnos rigurosamente establecidos. Desde tiempo inmemorial se practica la más sabia de las culturas intensivas”.

El autor de El agua, pasado presente y futuro, Fernando Moraga Acevedo invita y propone, finalmente, una puerta al tema y una entrada al libro: “Queda claro, entonces, que se considera cosa propia de todos los habitantes de nuestros valles que, con simple sabiduría de su herencia criteriosa, la entienden como parte de la Naturaleza, incluso de una historia natural anterior a la idea que el hombre se formuló a cerca de las cosas y su justo equilibrio. Sin embargo, el punto de aproximación entre su existencia y manejo, requiere de una compleja estructura donde juegan roles irremplazables la costumbre, la propiedad, las políticas del Estado, los organismos jurídicos, estudios técnicos y la propia comunidad. Hoy en día, como lo advierte la UNESCO en una declaración sobre Agua y Cultura, el agua representa el elemento primordial del planeta porque comprende la estructura y funcionalidad de la célula. De los seis elementos químicos que la componen, carbono, hidrógeno, oxígeno, fósforo y azufre, el 70 por ciento de su peso es… agua. Por consecuencia, en términos absolutos, personifica la natalidad del mundo y es el único recurso natural que se halla presente en todos los aspectos de la civilización humana, del desarrollo agrícola e industrial, los valores culturales y religiosos en la sociedad”.

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