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Lecciones de una pandemia: el vaso medio lleno

Comenta el Dr. Julio A. Vásquez, Profesor Titular Departamento de Biología Marina, Facultad de Ciencias del Mar UCN.

“La presencia del COVID-19 en todo el mundo, ha modificado drástica e indefinidamente la rutina de sus habitantes, obligándolos a mantenerse aislados. Paradójicamente, en estos días en los que la producción de la industria mundial se desacelera, las fábricas cierran y las calles lucen vacías, se registran efectos positivos para el medio ambiente”.

“Estos efectos positivos nos recuerdan los resultados de estudios científicos, como el realizado en los años 70 por ecólogos que generaban exclusiones artificiales de algunas especies, para demostrar experimentalmente el efecto de especies carnívoras y herbívoras sobre ellas y el impacto sobre el paisaje. La exclusión de herbívoros como conejos y cabras en ambientes terrestres, permitía el crecimiento de hierbas y arbustos nativos, evidenciando su efecto en la configuración del paisaje”.

“Mucho antes, durante el siglo XVII, tenemos un ejemplo de exclusión no planificada: la caza indiscriminada de la nutria marina en las costas del Pacífico norte, para abastecer el exigente mercado de pieles en Europa. Al disminuir las nutrias, se produjo una sobrepoblación del erizo de mar. ¿Por qué? Porque el alimento predilecto de la nutria es el erizo de mar, pudiendo consumir diariamente más de 10 kg, en el caso de una nutria adulta. La caza de la nutria en las costas de Alaska, Oregón y norte de California, excluyó del ecosistema al regulador natural de los erizos, generando en estos un aumento abismante de su abundancia. El efecto en cascada no se dejó esperar: los erizos, voraces herbívoros, destruyeron los bosques de algas que dominaban las costas, transformando estos ambientes en verdaderos desiertos submarinos”.

Efecto en la contaminación

“En estos momentos, por efectos del virus, tres mil millones de personas, la mitad de la población del planeta, se encuentran confinadas en sus hogares. El Covid-19 ha generado la mayor exclusión del planeta, de la especie que genera el mayor impacto en las poblaciones de recursos naturales y la que produce el mayor impacto sobre el paisaje: “el Homo sapiens”.

“¿Qué efectos tendrá este “experimento de exclusión” en la distribución y abundancia de sus presas?, ¿en el paisaje?, ¿en la calidad del aire?, ¿en la descontaminación de grandes ciudades?, ¿en el calentamiento global?, ¿en el Cambio Climático?”

“La pandemia está provocando un paro generalizado de la actividad económica, incluido el transporte aéreo y terrestre. Millones de trabajadores realizan sus jornadas laborales desde casa debido al cierre de fábricas y comercios a nivel mundial, lo que deriva en un aire más limpio y una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. La reducción en los desplazamientos en vehículos y aviones ha causado una baja tanto en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) como de dióxido de nitrógeno (NO2) y partículas finas, dejando un cielo despejado en ciudades como Venecia, Roma, Madrid, Barcelona y Nueva York. Imágenes de la NASA muestran que los efectos del virus han reducido los valores de contaminantes presentes en el aire”.

“Tras el inicio del virus, fábricas y comercios en China cerraron, y se restringió el desplazamiento para controlar la epidemia del coronavirus. La paralización de la actividad industrial del gigante asiático se tradujo en una gran disminución del consumo de combustibles fósiles. La NASA y la Agencia Espacial Europea han documentado a través de imágenes satelitales la considerable caída de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) durante enero y febrero 2020. Este gas es tóxico para el ser humano y puede llegar a causar serios problemas respiratorios, como asma. Sin duda que este cambio es el resultado de la desaceleración económica asociada al confinamiento de la humanidad”.

“La tasa de reducción es más significativa que en años anteriores y ha durado más”, comentó el Centro Espacial de la NASA. “No sorprende porque muchas ciudades de China han tomado medidas para minimizar la propagación del virus”. La disminución de la actividad industrial y comercial en China produjo una caída de un 25% en sus emisiones de dióxido de carbono entre enero y marzo 2020. Durante febrero se emitieron 150 millones de toneladas métricas de CO2 menos que en febrero 2019, equivalente a lo que la ciudad de Nueva York emite durante un año”.

“Esta reducción del 25% de las emisiones del gigante asiático equivale a una disminución del 6% a nivel global. Sin embargo, este alivio será solo momentáneo, ya que una vez pasada la pandemia, las emisiones podrían volver a aumentar”.

“Según organizaciones ambientalistas, desde el inicio de la cuarentena en ciudades de Europa, América del Norte y Latinoamérica, el tráfico por carretera ha descendido en más de un 60 %. Una reducción sin precedentes que ha permitido disminuir la contaminación en cuestión de horas, pues no en vano el uso del automóvil es el principal contaminante. Los valores medios de dióxido de nitrógeno (NO2) apenas han alcanzado el 40 % del límite fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Europea (UE)”.

La vida silvestre

“El confinamiento humano, con el cese de actividades por la emergencia del coronavirus y las medidas de restricción de movilidad, ha permitido que muchos animales silvestres, cuyo hábitat hemos invadido, vuelvan a expandir sus áreas de distribución: pavos reales en Madrid, jabalíes en el centro de Barcelona, ciervos en Tokio, delfines en bahías utilizadas normalmente por yates y deportes náuticos, pumas en Santiago de Chile”.

“Retomando la historia de las nutrias de Alaska, diezmadas por la caza indiscriminada, la situación se repite a mediados de los años 90, esta vez con la sobrepesca de sardina y jurel en el Pacífico norte, que reduce significativamente las presas de focas y elefantes marinos. Estos mamíferos marinos son a su vez las presas preferidas de las orcas, las que se acercarse a la costa e incorporan a las nutrias en su dieta. El efecto en cascada es el mismo que hace 200 años”.

“La cuarentena en ciudades costeras como Valdivia, Lebu, Arauco, Puerto Montt o Coquimbo de gran actividad pesquera, debiera disminuir significativamente la extracción y la cosecha de nuestros recursos marinos. Quisiera pensar que el Covid-19 les está dando un respiro a nuestros recursos marinos, y cuando volvamos a la movilidad normal y el confinamiento sea un recuerdo, no será raro encontrar nuevamente en los mercados pejeperros, bilagayos y otros peces de roca sobrexplotados, o un aumento de los “huiros” en nuestra extensa costa rocosa”.

“¿Resurgirá la industria nacional o seguiremos dependiendo de los productos que nos traen desde fuera? ¿Esta creatividad desbordada será finalmente el inicio de innovación y desarrollo tecnológico a nivel nacional?”

“¿Habremos aprendido que requerimos inversión en investigación y en transferencia tecnológica, en transformación de la ciencia básica en productos y servicios?, o por el contrario, ¿seguiremos dependiendo de quién produce vacunas, o fármacos, o mascarillas con cobre o respiradores artificiales?”

“Luego de esta pandemia el mundo no será el mismo, ¿habremos aprendido algo?, ¿podremos incorporar sus efectos positivos?, ¿Cuándo nos demoraremos en volver a la normalidad? ¿O, cuánto nos demoraremos en olvidar estas lecciones?”

“Las medidas extraordinarias adoptadas para combatir el COVID-19 representan un tratamiento de choque para muchos males de nuestra sociedad. El coronavirus nos impactará en muchos aspectos, cambiando algunas conductas, tal como ha ocurrido en otras crisis y pandemias en el pasado”.

“No es el fin del mundo, pero solo vivir un confinamiento largo e impredecible en su término, nos invita a mucha reflexión”.

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