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Carta abierta a la Intendenta

Por Rodrigo Marcone

Sirva la celebración del día del patrimonio para invitarla a usted, como máxima autoridad regional, a realizar una pausa en su agotadora jornada diaria y posar su atenta mirada en aquella cuestión que en general permanece invisibilizada frente a otras tareas. No obstante, este asunto del patrimonio, su conocimiento, cuidado, conservación, y difusión es vital para el desarrollo y enaltecimiento de los pueblos. Es tarea de la buena política actuar para mostrar dicho patrimonio, levantando las mejores energías de cada ciudadano para beneficio de la comunidad en que vive. En ese sentido, esta región es riquísima, y la riqueza está en las capacidades y los talentos de cientos, de miles de niñas, niños y jóvenes que serán el futuro de Chile. El desafío es activar toda esa energía que está en pequeñas, pequeños y en jóvenes de toda la región.

Ya lo vivimos en el pasado, cuando en Chile las posibilidades para salir adelante eran realmente muy difíciles. Allí destaca luminosamente, la vida y obra de nuestra Gabriela Mistral. Poeta, intelectual, periodista, maestra, diplomática, y escritora de talla universal. Nadie como la pequeña Lucila Gabriela nacida en el alto valle, la que sorteando innumerables escollos propios de su clase social: nacida en medio de una ruralidad lejana y empobrecida; huérfana de padre a los 3 años; con un limitado acceso a la educación formal, logró transformar todas esas barreras, gracias a una tenacidad e inteligencia a toda prueba, en una cadena sin fin de logros y éxitos, que le permitieron pasear con esplendor sin igual, el nombre de la región y de Chile, por América y el mundo como nadie antes ni después.

Por ello, a quién recurrir mejor que a nuestra Gabriela Mistral que dedicó su vida entera a señalar el camino para activar las potencias que hoy en la región están latentes. De eso estamos hablando. Gabriela Mistral es futuro. No es pasado. Ella como nadie miró el continente, miró su Chile, miró sus jóvenes, miró sus niñas y sus niños, y miró a los trabajadores, a los industriales. Y allí nos dejó, nos dejó esa ruta, la ruta para enaltecer en un destino venturoso este pueblo. Eso es lo que nos está diciendo Gabriela. Por ello, es tan importante que las niñas, los niños, los jóvenes, los adultos, la conozcan. Conozcan su pensamiento y lo hagan suyo, y lo transformen en acción, en acción transformadora. Eso es mucho más que el cobre, que nuestros cielos, que nuestro mar. Esa energía transformadora que está en cientos de miles de niñas, niños, jóvenes y adultos cuando esté activada seremos un país verdaderamente desarrollado espiritual y materialmente.

Resulta entonces imperativo e ineludible revisar el estado del patrimonio ligado a su vida y obra. En la capital regional, esta ruta nace en la Casa Las Palmeras de Avenida de Aguirre 300, originalmente perteneciente a la Municipalidad de La Serena. Lamentablemente, un municipio ciego, sordo y mudo en estas temáticas, a través de un necio comodato traspasó este tesoro de la Casa las Palmeras a la Biblioteca Regional de Coquimbo. Faltó visión y mundo para haber tomado este tesoro y transformarlo en el ejemplo motivador para las nuevas generaciones y visitantes a la región. Así es el Dante en Florencia; o Rembrandt en Ámsterdam.

Estas gentes a cargo de la Biblioteca regional y de la Casa de Las Palmeras, están encandiladas por la cáscara vacía de un edificio nuevo. Pero, ¿qué gesta, qué mística tiene aquello? Ninguna. Solo la Casa las Palmeras de Gabriela Mistral tiene el ejemplo vivo de qué se puede lograr con esfuerzo, talento y tenacidad. La región y Chile no saben y no entienden y todavía no comprenden. Ella es en verdad la heroína que la región y Chile deben seguir. La historia de la pequeña campesina que llegó hasta Estocolmo, y recibió el premio Nobel. Eso es lo que hay que mostrar para que cada niña, cada niño, para que cada joven dé el salto a su propio Estocolmo: en ciencias, en deporte, en humanidades, en economía, en arte y cultura. Si esta pequeña Lucila con todas las carencias pudo lograrlo, por qué no tantos niñas y niños, jóvenes y adultos podrán inspirarse en su ejemplo y activar lo mejor que hay en ellos. Porque a ello estamos llamados todos: niñas, niños, jóvenes y adultos. No obstante aquello, en la actualidad no se cuenta con un programa permanente de difusión del patrimonio asociado a la Casa Las Palmeras donde se relate, con convicción y verdadera pasión, la historia de la campesina elquina que llega a Estocolmo y recibe el Premio Nobel de literatura.

Son gentes con entusiasmo pero poca capacidad y experiencia para gestionar un patrimonio de la talla de la Casa Las Palmeras de Gabriela Mistral y lo que ella significa, donde la maestra e intelectual, vivió allí espiritualmente con su madre y su hermana, desde 1925 hasta 1947 cuando fallece su hermana Emelina. Ya sabemos que el entusiasmo unido a la ignorancia, nunca han dado buenos resultados. Aparece la arrogancia y la prepotencia desbocada, como ha sido este caso. Sin llevar ni siquiera unos meses de abierta ya se presenta como el polo cultural de la región, minimizando el trabajo sostenido de tantas organizaciones culturales de relevancia regional.

Y ahora, estas gentes con una impudicia y desfachatez increíbles, que las retrata de cuerpo entero, han publicado en una revista de decoración de circulación nacional, un artículo sobre la Biblioteca Regional, señalando que ésta representa el gran sueño de Gabriela Mistral. Nada más lejano a la verdad de las intenciones con las cuales la poeta elquina compró la casaquinta en 1925, de instalar allí una granja escuela como tantas que había visto en México. Esta Biblioteca regional, por el contrario, es totalmente contraria a esos designios, ya que sepultó bajo toneladas de concreto su huerto, corazón de la granja escuela por ella soñada.

Finalmente, lo que está en juego, con un adecuado cuidado y difusión de este patrimonio único e invaluable, es de tal relevancia que claramente no admite temores, titubeos ni dilaciones. Estamos hablando del presente y futuro de la región. La responsabilidad política de ello, no es delegable en terceros, porque afortunadamente, en los tiempos de hoy, la ciudadanía y la historia no lo perdonarían. Por todo lo anterior, se debe nombrar a cargo a personas con capacidades y experiencia en gestión exitosa de un patrimonio tan relevante como éste, de tanta trascendencia para todos nosotros y para los que vendrán.

Rodrigo Marcone
Instituto América Gabriela Mistral

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