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La cara menos conocida del Hogar de Cristo

En nuestra región, la obra del Padre Hurtado cuenta con dos residencias para niños, niñas y adolescentes, subvencionadas por el Servicio Nacional de Menores (Sename).

El Hogar de Cristo acoge con dignidad a los pobres entre los pobres. Con esta consigna, la obra del Padre Alberto Hurtado ha dejado huella en personas en situación de calle, población en situación de pobreza o con consumo problemático de drogas y alcohol. No obstante, hay una línea de acción que es menos conocida, pero cuya importancia radica en la protección de niños, niñas y jóvenes vulnerados en sus derechos.

El Hogar de Cristo cuenta con dos centros de protección en la ciudad de La Serena. La residencia especializada Rimanakuy funciona desde 1997 y atiende a niñas y jóvenes, en tanto que la residencia simple Hatary (2002) se encarga del cuidado y protección de niños y adolescentes.

“Son residencias pequeñas y muy cálidas, en las cuales los niños y niñas permanecen por un periodo de tiempo determinado, en donde reciben oportunidades para acceder a una mejor calidad de vida y se trabaja persistentemente para que ellos sean protagonistas de sus vidas, sean respetados y se les reconozca como sujetos de derechos”, señala Gonzalo Cortés, director ejecutivo del Hogar de Cristo en las regiones de Atacama y Coquimbo.

En el sistema residencial se busca que quienes han sufrido graves vulneraciones restablezcan su derecho a vivir en un contexto familiar, asegurando una adecuada calidad de vida, cautelando su seguridad física y emocional y la satisfacción de sus necesidades integrales de desarrollo. Así lo explica la directora regional del Servicio Nacional de Menores (Sename), Verónica Zárate.

“El Hogar de Cristo es una institución colaboradora de Sename que tiene mucha experiencia en el trabajo con personas vulnerables y también con niños, niñas y adolescentes. Destaca su compromiso, su capacidad de desarrollar acciones en beneficio de mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas y también el trabajo con el núcleo familiar, para que los niños puedan restituir su derecho a vivir en familia, para proyectarlos a futuro y que tengan un desarrollo sano y feliz”.

Ambas residencias son subvencionadas por el Servicio Nacional de Menores, además de ser supervisadas periódicamente en aspectos técnicos y financieros. “Trabajamos de manera colaborativa. Como Sename supervisamos la labor que ellos desarrollan y gestionamos compromisos y acuerdos para ir siempre en pro del bien superior de los niños y niñas”, añadió la directora regional de Sename.

Actualmente atienden a un total de 20 niños y 17 niñas y adolescentes, derivados desde tribunales de familia.

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