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Protección de los cielos del norte

Hace pocos días, informamos en La Serena de la plena implementación de la nueva norma lumínica del Ministerio del Medio Ambiente, tras la publicación en el Diario Oficial de los protocolos de certificación de esta norma, y la autorización del primer laboratorio certificador.
Se trata de una noticia de gran importancia para la Región de Coquimbo, que concentra la mitad de las iniciativas que combinan astronomía y turismo, y que se está consolidando como la puerta de entrada a los cielos de nuestro norte. Pero también para Antofagasta y Atacama, donde también rige esta norma.
La calidad excepcional de nuestros cielos ha transformado a Chile en la capital de la astronomía mundial, atrayendo a los grandes complejos de esta disciplina que se proyectan a nivel mundial: para el año 2020, nuestro país sumará el 70% de la infraestructura astronómica instalada en el mundo.
Se trata de un patrimonio natural que muchas veces no dimensionamos, ya sea porque nos olvidamos de mirar al cielo o porque vivimos la mayor parte del tiempo encerrados en las ciudades.
El firmamento del norte de Chile tiene cualidades únicas, principalmente gracias a que la sequedad de nuestro desierto provee un mayor número de noches despejadas y una atmósfera más limpia. Estas características son las que buscamos preservar.
Chile es pionero en esta materia, y la actualización de la norma de 1998 nos permitirá regular también las nuevas tecnologías que se han masificado, como las pantallas luminosas y la tecnología LED, que hasta ahora no se encontraba regulada, además de incorporar nuevos estándares internacionales.
Ahora, con esta nueva norma lumínica plenamente vigente, es posible controlar de manera efectiva que todas las luminarias nuevas que se instalen en estas tres regiones cumplan cabalmente con ella, exigencia que además será fiscalizable.
Pero esto no solo beneficiará a la ciencia y al turismo, significará también una mejor calidad de vida para las personas. La contaminación lumínica también tiene efectos en la salud, y reducir su intensidad ayuda a mitigarlos. Lo mismo ocurrirá con los ecosistemas y la biodiversidad, que ven afectados sus ciclos naturales.
Y también significará ahorros en alumbrados de exteriores en general, ya que la implementación de esta norma permitirá reducir el gasto en energía en un rango que va desde el 20 al 40%.
Controlar la luz que emana de nuestras ciudades es un desafío necesario, por el derroche de energía y los efectos biológicos implicados. Pero también porque queremos el menor impacto posible en los extraordinarios cielos de nuestro norte, una ventana privilegiada al firmamento para comprender, cada vez de mejor manera, nuestro origen y nuestra realidad en el universo.

Pablo Badenier Martínez
Ministro del Medio Ambiente

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